Justificación
Es un compromiso de la universidad pública contribuir a la gestión social del conocimiento con los distintos actores sociales, con la finalidad de promover el ejercicio de una ciudadanía informada, responsable y participativa que responda ante la injusticia, la violencia y la corrupción.
Nuestra Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales toma como un compromiso político y pedagógico ineludible la formación de ciudadanos éticos, comprometidos con la construcción de la paz, la defensa de los Derechos Humanos y los valores de la democracia.
La Especialización en Educación Secundaria que esta unidad académica presenta las características de un proyecto de carrera de posgrado, cuya intencionalidad es sostener un ámbito sistemático de formación en torno a los desafíos y debates que se presentan a partir de la educación secundaria obligatoria en un marco de derecho y construcción de ciudadanía.
Esta institución mantiene una tradición señera en la región respecto a la formación de profesorados para la educación secundaria en las disciplinas de las humanidades, artes y ciencias sociales. Esta historia como institución formadora recupera el compromiso político de producir andamiajes estratégicos respecto a la interpelación de la que hoy la educación secundaria es objeto. Para ello es necesario comprender los cambios sociales sustantivos con sus desafíos, debates y potencias y, las transformaciones de las subjetividades en la construcción de un horizonte de sentido democrático y emancipador.
En este programa de estudios de cuarto nivel nuestra facultad atenderá y priorizará una formación centrada en la profundización de campos temáticos que se presentan como desafíos sustantivos para la educación secundaria.
Educación entendida como un derecho y una práctica social, política, cultural e históricamente situada. En su complejidad esta práctica aborda un bien público y un derecho que es, a la vez, individual y social.
Fundamentación
En el marco de esta propuesta la educación constituye un horizonte en la construcción de ciudadanía en las sociedades democráticas. Es función de la universidad pública detectar problemáticas que plantean severos desafíos, en este caso en particular respecto al sistema educativo y a un sector de formación, la secundaria, que ofrece la posibilidad de construcción de sentidos emancipatorios.
La educación secundaria obligatoria en particular demanda transformaciones profundas en las reconfiguraciones de sentido e intencionalidad que son necesarias trabajar y profundizar.
La escuela secundaria es un espacio social donde se producen conocimientos, se construyen significaciones y se configuran prácticas, donde los sujetos arriban con cierto capital cultural, lo acrecientan, lo reproducen, lo acreditan, lo disputan.
Resulta por ello imprescindible que reconozcamos las transformaciones que se producen en los escenarios donde se concreta el derecho a la educación y se juega la inclusión social de una amplia población de jóvenes.
Es fundamental en esta formación de posgrado, en tanto oportunidad estratégica, poder desnaturalizar y reconocer los imaginarios que organizan las prácticas institucionales, pedagógicas y didácticas presentes en las escuelas y las características de los sujetos que habitan sus aulas. Tomar posición frente a la igualdad de oportunidades que tensiona los órdenes heredados y rígidos de la escuela moderna.
Las propuestas educativas en los distintos contextos y localizaciones desafían permanentemente estas premisas en tanto proceso de construcción y no de imposición. Por ello, la inclusión social y educativa es un proceso complejo que nos interpela como formadores de docentes en la construcción de espacios escolares que estén caracterizados por la convivencia democrática, en los que tenemos que hacer valer la condición de sujeto de derecho de cada alumno y alumna, y como un ámbito de cumplimiento de la obligación y ejercicio de la autoridad.
Uno de los desafíos más importantes en esta propuesta de posgrado es cuestionar la mirada individualista para pensar desde lo colectivo, desde lo complejo y lo heterogéneo de las prácticas socioeducativas. Apuntamos a re-visitar los posicionamientos frente a la formación y al trabajo docente y con docentes; y al vínculo pedagógico que se construye en la vida cotidiana escolar con los jóvenes y adultos como estudiantes, en sus singularidades y pluralidades.
La condición política de la escuela se concreta en el trabajo con la otredad, frente a la libertad que ella expresa y los retos que demanda. El reconocimiento del otro es un punto de partida fundamental para un trabajo pedagógico responsable con los saberes en juego.
Lo dicho anteriormente requiere la construcción de otras prácticas escolares que cuestionen las prácticas culturales que la escuela secundaria como institución histórica ha heredado y construido, y en la que ha priorizado una cultura de la autoridad ligada a la imposición y el disciplinamiento. Volver a concebir la autoridad y el vínculo pedagógico desde la defensa de los espacios democráticos, requiere la revisión de los vínculos inter generacionales, así como también el cuestionamiento frente a lo que otorga autoridad a los actores institucionales. Habrá que pensar que la asimetría es una condición necesaria para el acto educativo, pero hay que dotarla de nuevos sentidos. Y también hay que estar dispuestos a la batalla contracultural, sabiendo que circulan muchos discursos o pensamientos nostálgicos que tienden a pensar que todo pasado fue mejor y no es otra cosa de encubrir desconfianza por lo que viene, por las nuevas generaciones, hacia el otro. Eso le hace el juego al sentido común punitivo donde se instalan discursos que entonan la palabra restauración. En este sentido sólo se restauran los objetos, la autoridad en cambio es una relación que se construye; el desafío es construir una relación de autoridad democrática y no como atributo de un rol determinado. Entendemos que esta construcción tiene que ver con reposicionar el lugar de la política, de la relación con el conocimiento y del adulto.