El terrorismo de estado en la Argentina no es el resultado de una «guerra sucia» ni de una defensa patriótica. El terrorismo de estado fue y es funcional al objetivo de instalar la marca del silencio en defensa de la implementación de un sistema de dominación. El terrorismo de estado pisa con la bota del horror a los que se oponen a una estructura social de concentración del poder económico.
El terrorismo de estado no es algo que pasó, es algo que pasa. Pasa en la historia, en la transmisión intergeneracional del silencio, en el silencio de los genocidas, en el silencio de los que aún tienen miedo y sobre todo, en el silencio plasmado en las banalizaciones actuales, los llamados al punto final o a «dejar atrás al pasado», en los cuestionamientos a los 30.000...
El terrorismo de estado en la Argentina es el estado al pleno servicio del poder dominante. Su estrategia es el silencio y la resistencia es la memoria. Memoria sobre lo ocurrido, memoria y justicia en los juicios, memoria como apoyo al «Nunca Más!», pero también memoria respecto de la implementación y profundización de un sistema económico.
Las estrategias han cambiado, pero sigue allí, latente. El terrorismo de estado muestra su reflejo en la demanda de penalización de la protesta, en la demanda de penalización de la niñez, en la demanda de expulsión de los extranjeros (de América latina), etc. Las estrategias han cambiado... por ahora. La resistencia es la memoria, es cada día decir ¡Nunca Más!
*Proyecto de Investigación (PIDAC) de la FHAyCS «Efectos subjetivos en relación a lo traumático en testimonios de juicios por crímenes de lesa humanidad»