El Salón de Actos de la Escuela Normal «José María Torres» fue el ámbito en el que el escritor Jorge Alemán presentó su último libro «Capitalismo: crimen perfecto o emancipación». El panel que acompañó al escritor estuvo integrado por el vicedecano de la FHAyCS, Lic. Alejandro Ruiz y por la Dra. Angelina Uzín Olleros, referente de la carrera de Filosofía de la mencionada casa de estudio. La siguiente nota recorre algunos pasajes de la conferencia que ofreció el escritor ante un importante auditorio que colmó el salón.
La conferencia
A modo de primer pantallazo dijo Jorge Alemán, «el libro propone un duelo, no una melancolía, sobre la revolución como transformación absoluta y total, y el surgimiento de un hombre nuevo de la historia». «Ahí me remito un poco al Freud del malestar de la cultura, cuando hablando con los Bolcheviques, y dirigiéndose a ellos, les dice que él no se opone a la abolición de la propiedad de los medios de producción, pero no cree que con ello vaya a cambiar definitivamente la condición humana. Es decir, él es el pensador de la repetición del súper yo, de lo que vuelve al mismo lugar, del resto que nunca se termina de superar; y por lo tanto hace esa advertencia al mito revolucionario, a la metafísica de la revolución podríamos decir. Por eso propongo la palabra emancipación, porque me parece más indefinida, más indeterminada, aún sin saber muy bien de que se trata», explicó.
«Yo formé parte de una generación y de un tiempo histórico donde se sabía que la palabra revolución se trataba de un proyecto histórico que nos conducía, inexorablemente, a un cierto lugar que era el socialismo. Ahora no sabemos a dónde va la historia, ni siquiera estoy seguro de si existe un sujeto político en la Argentina. Por lo pronto, la palabra emancipación me pareció interesante para indagar el presente y para indagar si existía algún resquicio con respecto al dispositivo de poder que es el capitalismo. El capitalismo se nos presenta como algo que captura todos los confines de la vida y no sabemos si hay un proceso histórico que garantice su alternativa», consideró.
Los intereses vitales o el goce a la hora de elegir
En referencia más concreta a la coyuntura política de nuestro país, Alemán cuestionó que «en cualquier otra época, el desastre que se ha producido en este país no haría falta ningún análisis, ya sabríamos como sería el desenlace electoral. Sin embargo ahora tenemos serias dudas, hay una gran incógnita sobre lo que va a ocurrir, parece ser que se ha desconectado el malestar que se puede producir de la transformación que lo puede acompañar; es decir que puede haber una vida muy ingrata y ser elegida o querer conservarla». A su vez, se preguntó: «¿Cómo eso es posible? ¿Qué tipo de elección hacen las personas? ¿Eligen verdaderamente por sus intereses?».
Para la búsqueda de algunas respuestas posibles a esos interrogantes, el intelectual sugirió dejar de lado las ideas clásicas, porque «pareciera que ni los intereses económicos, ni los intereses vitales de cada uno determinan la elección, porque a muchos se les ha vuelto evidente que su vida se volvió desastrosa y, sin embargo tal vez elijan, o les hacen dudar que pueden elegir, aquello que volvió su vida desastrosa».
«Esto es lo que ha llevado al inconsciente y a la teoría del sujeto al centro mismo de la política. No creo que pueda haber un proyecto político serio y emancipatorio si no se hace cargo de cómo están hechos los sujetos», señaló. Y se preguntó nuevamente si a los sujetos efectivamente los mueven sus intereses vitales, porque expuso algunos ejemplos de la vida cotidiana en que ciertas personas reconocen que sus vidas son horribles pero no quieren decir que el odio, como modo de goce, para decirlo en términos Lacanianos, es mucho más importante que sus intereses inmediatos y vitales. «Lo voy a decir en términos Freudianos, en vez de elegir por el principio del placer, que serían los interese vitales, lo que mantiene a la vida en su homeostasis, eligen por el goce que es mucho más oscuro y mucho más opaco», definió.
«O sea que todos los políticos del mundo, mas los politólogos, más los filósofos se preguntan qué elige la gente, qué está pasando con la gente. Lo que hay que preguntarse es cuando se puso a elegir por lo opaco, cuando se desconectó la civilización de determinadas barreras», fue el planteo de Alemán, que además recordó que había ciertas barreras a la pulsión de muerte que, al parecer, y tal como el mismo Freud lo anuncia en el Malestar de la Cultura, la pulsión de muerte va ganando su batalla. «Y no es que la gente elija en contra de sí misma, sino que en ese ir en contra de sí mismo también hay una satisfacción, una oscura satisfacción. Freud había descubierto que había personas que eran capaces de destruirse a sí mismas con tal de destruir al otro, eso es lo que se entendió en política como el pesimismo Freudiano», describió el escritor y también sostuvo que este tipo de procesos están, por un lado, determinados y, por otro, tienen un punto de indeterminación.
¿Se podrá desconectar el legado histórico?
Volviendo al escenario electoral de estas horas, Alemán evaluó que la pregunta que se juega es si una maquinaria de poder, porque considera que el macrismo no es una hegemonía política, sino una máquina de poder, es capaz de desconectar definitivamente un dispositivo histórico que tuvo al menos algunos trazos emancipatorios. «Si lo desconecta definitivamente, puede ser que ganen; pero si no lo desconecta, si la maquinaria de poder -que no es lo mismo que el orden simbólico- no logra desconectar del todo, entonces va a producirse un efecto de retorno de la interpretación del legado y, por lo tanto, por ahí tenemos una sorpresa más grata que sería confirmar que no siempre un dispositivo de poder logra aniquilar un legado histórico, que es lo que está pasando en todo el mundo», se respondió el pensador.
«La novedad, vamos a decir, es que a diferencia de lo que se pensaba en los proyectos ilustrados y modernos, hay un nuevo tipo de dispositivo que se puede nombrar con la palabra neoliberalismo o capitalismo. Yo lo nombro con lo que es la gran anticipación de Lacan, lo del discurso verticalista que está aniquilando a los legados históricos, como si empujara a todo el mundo a un presente que estuviera dicho por la televisión y donde todo el mundo fuera perdiendo, poco a poco, su procedencia y los legados históricos que debían ser siempre leídos, reinterpretados, reapropiados», relató Alemán.
«Si estos dispositivos ganan la partida, si se produce esa deshistorización, si se produce ese empuje al presente absoluto, si verdaderamente se transforma todo en un sucedáneo de las cosas, si se pierde toda relación con la posibilidad de dejar abierto este lugar entre la determinación y la libertad; entonces se cierra todo en el bucle del consumidor consumido que propone el neoliberalismo. Que además lo propone para todos los ámbitos, porque en el mundo más progre también sigue operando la ficción del consumidor consumido» vaticinó.
Pero como atenuante del peor de los desenlaces, Jorge Alemán requirió que «cualquier proyecto político que se tome en serio como está hecho el sujeto, o como es la existencia hablante sexuada y mortal, deberá tener en cuenta que una filosofía de la praxis, para una teoría de la emancipación, no puede desentenderse de una teoría del sujeto». «Y que evidentemente esa teoría del sujeto tiene que tener como punto de partida las malas noticias del psicoanálisis, porque no está claro que al sujeto le guste cambiar; no está claro que el sujeto elija lo mejor para sí mismo; puede ser que al sujeto lo tiente más repetir lo que lo ha destruido que mejorar; es posible que al sujeto le interese más destruir algo que amaba, antes que conservarlo. Es decir que hay un montón de cosas de las que no podemos desentendernos», agregó.
«Son malas noticias en un sentido y buenas en otro, porque también gracias a ello podemos entender que el sujeto no es solo el invento del poder», deslizó Alemán. Además argumentó: «Mi teoría es otra en este libro, yo creo que el sujeto surge en la lengua, no en el poder, que la casa natal del sujeto es la lengua, el poder llega una millonésima de segundos después que la lengua, el poder llega después siempre. No hay crimen perfecto porque el poder no es la primera casa, no es el primer lugar donde emerge el sujeto».
El duelo antes que la melancolía
En otro tramo de la disertación, Jorge Alemán advirtió: «Lo que ya cambió también en nuestra perspectiva, los que consideramos que somos materialistas porque pensamos en el sujeto, es que la política no se hace anunciando las cosas o nombrándolas todas o proclamándolas. Lo único que verdaderamente hay que tener en cuenta es la correlación de fuerzas que hay en cada coyuntura, pensar en la coyuntura es importantísimo, eso lo enseña tanto el psicoanálisis como la política y en cada una de ellas hay que poder ver lo que es transformable y lo que no va a poder ser transformable».
«Cuando todo esto no se tiene en cuenta y se sustituye por un conjunto de enunciados que son fantásticos de pronunciar, pero que son imposibles de sostener en sus verdaderas consecuencias, es lo que Hegel llamó el ‘alma bella’: alguien que critica al mundo y no reconoce como está implicado en lo que critica. Y creo que uno de los problemas que tuvo la izquierda, y por eso ahora oscila con la melancolía, fue su almabellismo, sobre todo la izquierda occidental», reflexionó.
Alemán consideró que «el marxismo occidental vive en una cierta melancolía después de haber sido durante muchos años el alma bella de las fiestas, de formular cosas que verdaderamente no se podían sostener». Y como contraposición prefirió el uso de la palabra duelo por considerar que hace referencia a algo activo. «El duelo quiere decir no identificarme a lo perdido, hay que saber perder, el que no sabe perder no sabe vivir. Me gusta la palabra duelo porque significa transformar la pérdida en una posibilidad, en algo verdaderamente que falta, no en la pérdida», enfatizó.
«La melancolía es muy nostálgica, por eso Enzo Traverso recorre grandes autores de la travesía marxista occidental, pero los ve bajo el sesgo de la melancolía, y no me parece que sea lo más fecundo. Considero que la izquierda lo que tiene que hacer es un trabajo de duelo, y el lugar donde puede hacerlo es en la teoría del sujeto y el continente en donde puede hacer algo con la teoría del sujeto es Latinoamérica. Me parece que Europa es un gran archivo que tiene escasas posibilidades de transformación y que ahora está girando hacia la ultraderecha», analizó.
La incidencia mediática
Así como la irrupción de la ultraderecha en Europa no responde a un plan mediático, el disertante descartó que lo que suceda con nuestro país, en términos políticos, sea un fenómeno pura y exclusivamente mediático. «Creo que toda la maquinaria que se cifra en la operación Macri-Pichetto excede el campo de lo mediático, es una operación donde hay todo un tejido operante y que habrá que ver si existe un sujeto político que le pueda hacer freno, ni siquiera la puede superar. No va a haber jamás ahora, hasta nuevo aviso, un proyecto que no sea neoliberal. Lo único que puede haber, como decía Walter Benjamin, son frenos de mano; lo que puede ocurrir es que si vuelve algo de lo político que le haga de límite a esta maquinaria infernal, ese freno de mano sea operativo», aventuró el ensayista.
A modo de consigna, Jorge Alemán estimó que «es interesante examinar en sus limitaciones reales las experiencias nacionales y populares, porque muestran mejor la dialéctica que puede haber entre las transformaciones posibles y los obstáculos que esas transformaciones presentan como tales».
«Concluyo que la gente elige por sus modos de gozar, a veces, y no por sus intereses vitales. Creo que si hay algo que caracteriza a esta civilización, y esto no ocurre solo en la Argentina, es que en muchos casos la gente más que elegir por lo que es un interés verdaderamente vital, es decir lo que mantendría su vida dentro del principio del placer, elige por su goce. No es que no ha sabido elegir, no es que lo han engañado los medios; es que han querido elegir eso y esto es lo grave, han querido elegir algo que es muy destructivo, que es muy dañino tanto para ellos mismos como para los otros, y ese es un tipo de novedad que hay que afrontar», afirmó.
Con el público
Una vez finalizada la conferencia, se inició un interesante diálogo entre el público y el autor.
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