Cada año de manera cíclica intentamos hacer reflexiones sobre la importancia del ÁRBOL, así con mayúsculas y más desde el año pasado en que se fijó un día para recordar específicamente el Árbol Entrerriano, que recordamos así todos los 28 de julio de cada año.
Pero a la vez deberíamos recordar todo el año y cada día, los beneficios ambientales que nos brinda el árbol en forma individual y también cuando se encuentran agrupados en los distintos ambientes de nuestra provincia. Para la mayoría de las personas, se hace difícil apreciar o reconocer esos «servicios ambientales», que en primer lugar debemos decir que se nos «brindan o prestan» de manera gratuita en forma de donación lisa y llana de ellos hacia nosotros, sin reclamar nada a cambio, además de su compañía como sombra, refugio, alimento, espacio social de encuentros amigables, que es este tiempo se hizo más necesario y visible, para no sentir el ahogo de la pandemia que todavía estamos transcurriendo.
Por ello y reconociendo los valores y sentires que nos enseñaron nuestros mayores, como padres inmemoriales de «tierra adentro», es que cada día pasan por nuestras manos y nuestros ojos muchos árboles, que recordamos con vívida pasión considerando que en alguna medida ellos son «nuestros hijos vegetales», que jamás nos pedirán nada a cambio, sino sólo un espacio amplio para que sus raíces y follajes, nos puedan brindar su rasgo característico de entregarse plenamente a quien lo respeta y valora, y permanecer en el tiempo, como testigo mudo de nuestras vidas asociadas a ellos. Todos los árboles son bellos y generosos, cada uno a su medida, y nuestra flora entrerriana es una muestra de ella con una infinita variedad de especies, que comparten nuestro día a día.
Compartido por un entrerriano, orgullosamente nacido en los montes de algarrobales del Departamento Federal, que sigue compartiendo esta pasión por la flora nativa cada día con su Equipo del PEX de la FHAyCS y FCyT- UADER en la Reserva Natural Protegida Escuela Alberdi.
Lic. Alfredo Grimaux