El 23 de abril se celebra el día del idioma español, en memoria de Miguel de Cervantes y del idioma inglés. En la fecha también coincide el fallecimiento de Cervantes con el de Shakespeare.
El español o castellano
Las lenguas son sistemas lingüísticos simbólicos, fecundas portadoras de identidad, de cultura y de diferentes cosmovisiones; son sistemas de comunicación y cognición, medios para acceder al conocimiento y participar en la producción del mismo; constituyen un poderoso instrumento para desenvolverse en la vida social y sostener su cohesión. Actualmente según UNESCO, se hablan alrededor de 7000 lenguas, de las cuales solo unas pocas tienen más de 100 millones de hablantes. Una de ellas es el español o castellano, una lengua estandarizada, de evolución continua en el tiempo, sin interrupciones; autónoma y vital. Este tipo de lenguas no es el predominante en el mundo, donde la situación más común es la de lenguas vernáculas ágrafas, no estandarizadas: «solo unas 300 se usan habitualmente por escrito y unas 150 tienen lo que se podría llamar un sistema literario» (Bein, 2022: 388).
En un cómputo global, el español se ubica después del chino y poco antes o junto al inglés, según las estadísticas que se consulten. Es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, una de las cuatro lenguas más usadas en internet después del inglés, chino e hindi y la tercera lengua en contenidos de sitios web. Es una lengua global utilizada en relaciones internacionales y ciencia, y se enseña como lengua extranjera. El español es lengua oficial en algunos países y en el nuestro, es la lengua vehicular (es decir una lengua legitimada por el uso para la comunicación entre comunidades que no poseen la misma lengua materna) empleada por los tres poderes del Estado.
Mientras algunos temen por su decrecimiento o «contaminación», otros creen vivir en situación imperial monolingüe. Ambas sensaciones son infundadas; la primera por la potencia de nuestra lengua hoy hablada en veintiún países; la segunda porque en el nuestro, según los lingüistas coexisten 16 lenguas originarias o indígenas habladas, a las que se suma la Lengua de Señas Argentina y la presencia de hablantes de lenguas no vernáculas como euskera, alemán, árabe, catalán, croata, esloveno, francés, yiddish, italiano, inglés; también chino y coreano, que –subrayamos- ya forman parte del cotidiano escolar. El español es la lengua de la alfabetización, junto a las lenguas originarias.
Hablar, escuchar, violentar
En «La palabra amenazada» Bordelois (2003) se manifiesta en contra de una concepción estrecha que reduce las lenguas solo a su función de medio de comunicación. En las antípodas, sostiene que el lenguaje es ante todo un placer sagrado, una forma elevada de amor y de conocimiento: «Si es verdad que la pulsión de vida, el Eros, es la que vincula al deseo y su objeto, y el placer es la señal certera de su realización, el lenguaje es una de las manifestaciones más evidentes y universales del principio del placer», dice, y plantea que en estos momentos la pregunta «¿Cuántas lenguas habla Ud.?» debería ser sustituida por «¿Cuántas lenguas escucha Ud.?» impulsando la reflexión sobre la escucha de lenguas, y sobre «el don de dar lugar en nosotros, a la escucha de nuestra propia lengua». En ese sentido, Bordelois sostiene que hay culturas generosas y atentas a su propio lenguaje, como la de España del Siglo de Oro o la Inglaterra de Shakespeare y evoca a Steiner, que en relación con el inglés, sostiene que en determinados momentos se usan palabras como si fueran nuevas. «En esas épocas afortunadas –dice Bordelois- el lenguaje no es sólo usado, sino que es escuchado por los grandes poetas, y de esta escucha y de esta reinterpretación surgen los poemas más memorables de nuestra historia».
La generosidad de la escucha no caracteriza nuestros días en que el grito, el aullido, el ruido, la violencia verbal, descolocan, enmudecen y apabullan. Sin embargo el silencio es un lugar «mucho más accesible que lo que nos imaginamos» dice Bordelois, y agrega que «la violencia sobre el lenguaje solo puede venir de una poderosa pulsión de muerte» ya que «el lenguaje congrega y comunica, mientras la violencia obtura y destruye. Cuando la violencia se apodera del lenguaje tenemos la repetición compulsiva del insulto». Sobre el final de su libro, que invitamos a leer, Bordelois afirma:
El lenguaje es un fermento indestructible de unidad y comunidad entre nosotros -acaso uno de los últimos que nos quedan. Es el primer basamento, el estrato profundo en que se encuentra y se alimenta una comunidad: no contaminemos el agua de la que bebe nuestra vida, no la dejemos a merced de los mercaderes de excrementos. En épocas de desconcierto […] en momentos de bronca y violencia permanente, en los que la agresividad y perversión con que nos bombardean los medios no parece tener límite, es bueno recordarlo. Puede parecer una utopía inocente, una ingenuidad elitista profesar la salvación por la palabra. Mucho más, por cierto, es necesario. En verdad, el lenguaje no nos es suficiente, pero nos es necesario; la palabra sola no puede salvarnos, pero no nos podemos salvar sin la palabra. (Bordelois, 2003:106)
Por eso, en este día y todos los días, amamos el español como la lengua de Cervantes más que de Nebrija, como la lengua de García Márquez, Sor Juana y Neruda, más que de los discursos ensordecedores y obturadores del otro y de lo otro.
Bibliografía
Bein, R. (2022) «Las políticas lingüísticas» En Ciapuscio, G. y Adelstein, A. (Eds.) (2022) La lingüística. Una introducción a sus principales preguntas. (pp 407-431). EUDEBA
Bordelois, I. (2003) La palabra amenazada. Libros del zorzal.
Steiner, G. (2000) Lenguaje y Silencio. Gedisa.
Zamero, M. (2023) Las transformaciones de la lengua y su enseñanza. Lenguas, reconfiguraciones y posicionamientos. Vol. 3, 5 Revista Argentina de Investigación Educativa, UNIPE.
*Colaboración de la Mg. Marta Zamero, docente FHAyCS UADER