Diego Tatián: «La mayor herencia reformista es la crítica de los sistemas de dominación»

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Con la intención de poner en debate el legado histórico, político y cultural de la Reforma Universitaria de 1918, la FHAyCS viene desarrollando el Programa «La FHAyCS a 100 años de la Reforma. Por una Universidad crítica, emancipadora y libertaria». En esta oportunidad el disertante invitado fue el Dr. Diego Tatián, quien ofreció la conferencia abierta denominada «Pisar sobre una revolución. La Reforma Universitaria como batalla cultural». La actividad se realizó el jueves 9 de agosto, en el Aula de la Memoria de Escuela Normal «José María Torres».

La presentación de la conferencia estuvo a cargo de la decana de la FHAyCS, Mg. María Gracia Benedetti. «Es un orgullo contar con la presencia del Dr. Tatián para seguir dialogando con respecto a este acontecimiento histórico tan importante para nuestra Universidad y también para la sociedad argentina, como ha sido la Reforma Universitaria. Este título tan desafiante de ‘La Reforma Universitaria como batalla cultural’ tiene un hondo contenido y una profundidad que nos desafía a volver a pensar esa Reforma que en 1918 convocó a este grupo de estudiantes a estas luchas tan importantes, y a pensar hoy cual sería nuestra Reforma respecto a nuestro modelo de Universidad en este contexto de país», sostuvo. A su vez, la decana agradeció a la Dra. Angelina Uzín Olleros por la Coordinación del Programa en conmemoración de los 100 años de la Reforma, y dio la bienvenida al público presente.

La conferencia

La propuesta inicial de la conferencia del Dr. Tatián fue el abordaje de la Reforma Universitaria como hecho histórico, para despejarla de «la malversación que se ha hecho de la mismo, queriéndola transformar en algo inofensivo e inocuo». Ante lo cual el conferencista propuso un «ejercicio de memoria respecto a lo que la Reforma fue y, sobre todo, lo que tiene para dar como acontecimiento inspirador de las nuevas generaciones».

 «La Reforma Universitaria fue la ocupación del espacio público en Córdoba que duró aproximadamente un año, desde septiembre de 1917 a septiembre de 1918», señaló Tatián, y pasó a detallar aquellos episodios que comenzaron con la decisión del director del Hospital de Clínicas de prohibir la entrada y salida de los estudiantes del lugar a partir de las 10 de la noche, hasta la clausura del mismo, motivando que muchos estudiantes de escasos recursos debieran dejar de estudiar.

«En marzo de 1918 se creó el comité pro-reforma universitaria, hubo una gran manifestación de estudiantes y de miles de cordobeses durante ese mes. Lo que demandan los estudiantes en ese momento es la intervención de la Universidad por parte del Ministerio de Educación de la Nación. Es decir que le pedían al Presidente Hipólito Yrigoyen que intervenga la Universidad, precisamente porque era un contubernio de poderes, básicamente de la Iglesia, de la Justicia y la Universidad y también de cierta prensa. Pedían reformas de los estatutos universitarios y de los planes de estudios que eran considerados anacrónicos», describió el especialista.

«La reforma fue un movimiento que originalmente solicitaba la intervención del poder político»

Llamativamente, se suele asociar a la Reforma Universitaria al concepto de Autonomía, pero la realidad es que la Reforma fue un movimiento que originalmente solicitaba la intervención del poder político, que finalmente se produjo. «El Presidente Yrigoyen nombra al Dr. Nicolás Matienzo como interventor de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), quien hace un conjunto de reformas que satisface a los estudiantes. En base a estas reformas se eligen los decanos de las tres Facultades existentes (Medicina, Ingeniería y Derecho) y queda todo dispuesto para la elección del Rector para el 15 de junio de 1918. A todo esto, Matienzo se va antes», relató Tatián.

La crónica de los acontecimientos cuenta que el 15 de junio de 1918 había tres candidatos a Rector: el abogado Enrique Martínez Paz, que contaba con el apoyo de los reformistas, Antonio Nores, candidato de la asociación clerical «Corda Frates»,y Alejandro Centeno. Se realiza la doble votación sin que ninguno de los postulantes obtuviera la mayoría. Centeno se había comprometido a no entregar sus votos, en una tercera votación, al candidato del clero, lo cual ocurre y resulta electo Antonio Nores.

«Cuando se conoce el resultado de la votación, los estudiantes patean la puerta del Salón de Grados, echan a patadas literalmente a los profesores, interrumpen la Asamblea Universitaria, aún no estaban firmadas las actas, ocupan la Universidad, destrozan todo lo que encuentran a su paso, tiran muebles y cuadros por las ventanas a la calle Obispo Trejo, y así todo el día», describió Tatián, a lo que agregó: «La Reforma Universitaria fue un acto de destrucción, fue lo que hoy llamaríamos la interrupción del legítimo Órgano de Gobierno de la Universidad, que es la Asamblea Universitaria que procedió conforme a derecho, por parte de unos inadaptados que no se bancaron el resultado electoral. Eso fue lo que pasó el 15 de junio».

Inmediatamente Diego Tatián se cuestionó: «Es raro que nos rasguemos las vestiduras por algo que pasó de ese modo, porque no fue otra cosa; la Reforma Universitaria es cuando pasan cosas similares, que no habilita a reproducir hechos de violencia, por supuesto. Por lo general la actitud conservadora y las reacciones frente a movimientos estudiantiles posteriores son de un conservadurismo extremo, es algo que llama la atención».

«El espacio público de córdoba fue ocupado permanentemente durante todos esos meses, los estudiantes interrumpen las clases y demandan una segunda intervención a Yrigoyen pero que no se produce. Y el 9 de setiembre, en demanda de una segunda intervención vuelven los estudiantes a ocupar la Universidad y logran una segunda intervención de Yrigoyen. Córdoba está tomada por la disputa universitaria. Finalmente el Presidente Yrigoyen anuncia la intervención y se produce la renuncia del rector Nores, de los Decanos y del Consejo Superior. Hay un Rector en conformidad de los estudiantes, fue elegido el doctor Eliseo Soaje», relató.

«El 15 de junio es un día de derrota del movimiento estudiantil»

Durante su disertación, Tatián cuestionó la fecha del 15 de junio como día de la conmemoración de la Reforma porque consideró que la misma se produjo a partir de la toma del 9 de setiembre de 1918. «Lo primero que llama la atención, y con esto me refiero al revisionismo, es que el 15 de junio es un día de derrota del movimiento estudiantil. La Reforma Universitaria debiera ser conmemorada el 9 de septiembre que fue el día histórico, no solamente eso, sino que la iconología de la Reforma, por ejemplo, la serie de fotografías de los reformistas en la azotea de la Universidad con la bandera es del 9 de septiembre», precisó.

¿Qué fue la Reforma Universitaria desde el punto de vista de su significado histórico? «Inicialmente comienza por ser una acción universitaria por parte de estudiantes, que son bancados por un grupo de egresados muy importantes, que demandaban una Universidad laica, científica y donde había un protagonismo fundamental de la filosofía y la participación de los estudiantes en el gobierno de la Universidad, lo que conocemos como co-gobierno. Esta demanda fue fundamental, fue el eje», indicó.

«Es muy interesante saber qué fue ideológicamente la Reforma Universitaria, porque hay tres episodios para explicarlo, uno es la primera guerra mundial, el ascenso de Yrigoyen al poder en la Argentina, y la Revolución Rusa que se había producido un año antes, en 1917, y que tiene muchísima significación para los estudiantes reformistas», relató.

Tatián explicó que «no hay forma de comprender la Reforma sin tomar su núcleo, su corazón, que es el antiimperialismo». Además consideró la influencia de la obra de José Ingenieros, sobre todo ‘El Hombre Mediocre’, la palabra mediocre es fundamental en el léxico reformista. «Hay una confluencia entre espiritualismo y positivismo que se da en la Reforma de alguna manera, pero el antiimperialismo es uno de los nutrientes de la Reforma, también el anticapitalismo, la Reforma es anticapitalista», agregó.

Para sintetizar las injusticias contra las que se alzó la Reforma, el disertante leyó una cita de uno de los más destacados reformistas, Deodoro Roca, del año 1919: «Los estudiantes fueron contra la Universidad, contra la Iglesia, contra la familia, contra la propiedad y contra el Estado. Había estallado la revolución en la conciencia. Una verdadera revolución».

«No habrá Reforma Universitaria hasta tanto no haya antes una reforma social»

«La Reforma Universitaria comienza como una confianza en que la Universidad puede ser protagonista de una transformación social, hay una confianza en la Universidad como sujeto político en el año 18’ para transformar la sociedad. Esa idea se añicos durante la década infame. Por eso luego dice Deodoro Roca: ‘No habrá reforma universitaria hasta tanto no haya antes una reforma social’. Era una ingenuidad pensar que desde la universidad podía surgir la transformación social», argumentó Tatián.

Además del anticapitalismo, también había un obrerismo presente en el movimiento reformista de 1918. Los reformistas estaban en contacto con la recientemente creada confederación obrera local de córdoba que nucleaba sindicatos, algunos muy combativos, anarquistas, socialistas y comunistas a partir de 1917. Inclusive, cuando se declaró la reforma, la Confederación Obrera local decretó una huelga general.

«Y si acompañan al movimiento reformista, sobre todo en la década del 30, se crean un conjunto de instituciones y comités, en primer lugar el comité antifascista, en córdoba lo promueve Deodoro Roca; en segundo lugar un comité antirracista, el primer comité pro-defensa de los derechos del hombre; un comité de defensa de los exiliados políticos y de los presos políticos. Es decir, un conjunto de instituciones que daban la batalla cultural, social y política en Córdoba que fue muy importante», destacó.

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Dos maneras de concebir la Reforma

«Hoy hablábamos de que hay dos maneras de concebir la reforma, una derecha reformista que reduce la reforma a un episodio puramente universitario, una escaramuza de los estudiantes contra profesores para una modernización de la Universidad. En tanto que una izquierda reformista ve todos estos elementos sociales políticos, económicos y culturales que son tan obvios que están ahí y que desbordan el ámbito puramente universitario», deslizó el panelista.

«Ahora, esto en cuanto a la reforma en sí misma. La pregunta que es muy importante restituir en sus términos es hacer un ejercicio de memoria. Porque hoy, 2018, año en que se produce la más formidable embestida contra la educación pública en la Argentina, el Poder Ejecutivo de la Nación dispuso mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia, en enero de 2018, que toda la documentación oficial debe llevar el logo ‘2018, Año de la Reforma Universitaria’. Lo cual está muy bien, se puede hacer uso y abuso de la reforma universitaria mientras se está destruyendo la educación pública», cuestionó.

«Pero acá cabe la responsabilidad de restituir la gesta reformista, histórica e ideológicamente, a sus verdaderos términos y sobre todo para entrar en interlocución con la Reforma. Ver de qué manera la Reforma Universitaria todavía puede ser fecunda a la hora de pensar nuestros propios problemas, y a la hora de enfrentar nuestra propia situación. Si hay una herencia de la Reforma, en mi opinión, es que se trata siempre de enfrentar a los sistemas de dominación, ahí donde están, dentro o fuera de la Universidad; sean económicas, sociales, sexuales, políticos, lo que fuere; eso es lo que hizo la Reforma», desafió.

El Dr. Diego Tatián insinuó algunos interrogantes para identificar los desafíos de la hora, a la luz del legado reformista. «La pregunta que nos tenemos que hacer es cuáles son los sistemas de dominación en los que estamos. Qué significa ser reformista hoy. No significa repetir escolarmente consignas de hace cien años, como si no hubiera pasado nada en el mundo. Sino que ser reformista significa hacerse la pregunta de los reformistas y activar acciones políticas por las libertades y las igualdades. Y en esa línea me gustaría hacer valer un poquito la pregunta y considerar la Reforma como una reserva democrática frente al actual neoliberalismo académico en curso. Es decir, que tiene la Reforma para decir de manera viva, no como una conmemoración del bronce, ni como una cosa que reduce la Reforma a un conjunto de actos protocolares pero que la bloquean en su potencialidad emancipatoria», sugirió.

 

El riesgo de la conversión neoliberal de la vieja Universidad Reformista Argentina

En un segundo tramo de la conferencia, Tatián se refirió a las transformaciones con las que el neoliberalismo amenaza al sistema universitario público, y particularmente a la experiencia iniciada recientemente en la UNC. «La reforma política que se produjo en la UNC, con la asamblea judicializada de 2016, asamblea por la que se condenó a la irrelevancia a las Facultades Científicas y Humanísticas y se concentró el poder en las Profesionalistas. La consiguiente reforma académica en curso pone las bases para una acelerada conversión neoliberal de la vieja Universidad Reformista Argentina. Eso se hizo en nombre de la Reforma Universitaria, una contrarreforma profunda que vulneró el más íntimo espíritu de la Reforma, en nombre de la Reforma Universitaria», apuntó.

«Se abandona de manera creciente lo que ocupaba el centro de la experiencia reformista, la preocupación por la cultura y por la transformación social, el tránsito de una Universidad profesionalista a una Universidad que Deodoro Roca llamaba socrática, no era una simple reconversión institucional, sino un espíritu orientado a la reforma social», sentenció.

«En 1918 y los años inmediatos, se advierte una confianza en la Universidad como protagonista política de una transformación que la excede, como una institución emancipatoria. En julio de 1918 escribe Deodoro Roca: ‘Ponerse en contacto con el dolor y la esperanza del pueblo, ya sea abriéndoles las puertas de la Universidad o desbordándola sobre él...’. Anticipa el discurso que da el Che en el año 59’ en la Universidad de Las Villas, en Cuba, cuando habla de que la Universidad se pinte de pueblo, se pinte de obreros, se pinte de campesinos, se pinte de negros», rememoró Tatián.

Sin embargo, los reformistas rápidamente advirtieron un retroceso en el sostenimiento de los postulados de la Reforma Universitaria y que para sostenerla era necesario una reforma social. «Este anhelo de un protagonismo universitario de la construcción de la justicia social comienza a desvanecerse casi de inmediato y se estropea completamente durante la década infame; en realidad desde la contra reforma del alvearismo en el año 1922. Es posible comprobar cómo los términos de Deodoro Roca se invierten: ‘No puede haber reforma universitaria sin previa reforma social’. Los referentes reformistas cobran conciencia de una inversión copernicana sin la cual la Reforma Universitaria está destinada al fracaso», explicó.

El proyecto de conversión de la Universidad en empresa

El especialista expuso aspectos referidos a lo que en Europa se conoce como Plan Bolonia y en América Latina como Proyecto Tuning para la cooptación de las Universidades Latinoamericanas o un mercado único de Educación Superior junto a Universidades privadas y entidades de capacitación empresaria. «Lo cual requiere de una consonante transformación de la subjetividad académica hacia una deriva marcada por la idea de competencia, no solo en el sentido de concebir la educación como adquisición de competencias para una adecuación más plena del mercado laboral. También en el sentido de librar una competencia de todos contra todos, docentes contra docentes, investigadores contra investigadores por recursos y estudiantes contra estudiantes y la consiguiente disolución del conocimiento como bien común, cuya producción colectiva y sentido es el socialismo», fundamentó.

«Como es sabido, el proceso de Bolonia tiene inicio en la declaración de Bolonia firmada en 1999 por 29 Ministros de Educación Europea, con el propósito de poner en marcha una reforma académica orientada a compatibilizar sistemas universitarios para la integración de un espacio común de Educación Superior en Europa, es decir un mercado común educativo. Este proceso es considerado por algunos estudiosos como un engullimiento de la Universidad Europea, de tradición humanista, por la Universidad Norteamericana con el propósito de competir con ella. Asimismo se prevé paulatinamente una subsunción de la Universidad Latinoamericana a la globalización educativa hegemónica», describió.

«El aspecto fundamental de la reforma de Bolonia es la adopción del sistema de créditos; acá, la UNC es un laboratorio. Esta unidad de medida del haber académico, el sistema de crédito, es un equivalente general que vuelve abstracto el estudio universitario que se acompaña con la implementación de un sistema de aseguramiento de calidad, conforme al cual la evaluación y acreditación de los programas deberán ser realizados por agencias externas a la Universidad, que cumplan ciertos estándares de profesionalidad e independencia. Además la sustitución de las licenciaturas y diplomaturas por graduados, la reducción del grado a tres años, lo que significa que se complementa con un posgrado que se puede hacer en Universidades públicas, privadas o en empresas y que son carísimos y que implican una bancarización de la Universidad. Es decir, contraer deudas por parte de los estudiantes por muchos años para solventar esos estudios. Todo eso se acompaña con la creación de consejos sociales», alertó el docente.

La reforma de Bolonia, que describió el Dr. Tatián en su exposición, implica una alteración radical al modo de organización de la Universidad que conocemos hasta ahora «A finales del 2001 se aprobó en España la Ley Orgánica de Universidades, se creó un Consejo Social en cada Universidad con un papel clave: asumir la supervisión de todas las actividades de carácter económico de toda la Universidad y el rendimiento de sus servicios. Los Consejos Sociales sirvieron para que las empresas controlen la Universidad pública tras la implementación del principio de Bolonia», refirió.

«La asociación entre el mundo empresarial y el universitario quedan bien plasmadas las cátedras exprés, éstas se definen como instrumentos para formalizar y hacer públicos acuerdos de colaboración, entre la Universidad y las empresas, con objetivos amplios de docencia e investigación, transferencia y conocimiento». A modo de ejemplo, Tatián contó que desde 1999 se crearon cátedras exprés en España con la denominación de Repsol, Sepsa, Telefónica, etc.

«Consiguientemente se produce un desplazamiento de carreras con escasa demanda que solo producen conocimiento sin impacto en el sector productivo, léase las Humanidades y las Ciencias Sociales. Además de una destrucción de cualquier aspecto común en la formación académica», añadió.

Bajo estas formas de asociación entre Universidad y empresa, la advertencia que formula el disertante es la sumisión de la docencia al imperio de la tecnología. «El neoliberalismo concibe a los investigadores como empresarios de sí mismos, y se orienta a sustituir el trabajo decente por formas virtuales y despersonalizadas del aprendizaje que conllevan a una prescindencia de la enseñanza. En efecto, el neoliberalismo apunta a un mundo sin docentes, a la sustitución del trabajo docente por una autodidaxia tecnológica. La Universidad se convierte así en una estructura administrativa semejante a una empresa, capaz de planificar estratégicamente e impulsar un paroxismo de la evaluación y de la discusión de resultados en el menor tiempo posible y con el menor gasto posible», vaticinó.

«Las libertades que nos faltan no podrán obtenerse sin justicia social»

Finalmente, Tatián propuso retomar el ideario Reformista para recuperar el papel emancipatorio de la Universidad. «La interlocución con la Reforma resulta fundamental para recobrar la Universidad en tanto entidad emancipatoria. El ideario de la Reforma es una trama que se va tejiendo en el tiempo, decíamos antiimperialismo, latinoamericanismo, anticapitalismo, obrerismo, anarquismo,  comunismo,  socialismo, yrigoyenismo, anticlericalismo; todos estaban en la base de 1918. Y también a fines de los años 20 y 30 antifacismo, defensa de los exiliados políticos ,antirracismo, pacifismo, defensa de los Derechos Humanos, defensa de los presos políticos, indigenismo», señaló.

«Presenciamos un palmario desmantelamiento de la Hora Latinoamericana que había comenzado a producirse laboriosamente en América Latina, un retorno a los encarcelamientos por motivos políticos, una persecución a los pueblos originarios y de los DDHH, una brutal entrega del patrimonio público al capital trasnacional. Pero más allá de los contenidos concretos, la mayor herencia reformista es la crítica de los sistemas de dominación y la convicción de que las libertades que nos faltan no podrán obtenerse sin justicia social», concluyó.

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